HECTOR PUBLIO PEREZ ANGEL
Historiador – publiop@hotmail.com
Fundación Universitaria UNITROPICO Yopal – Casanare Colombia
Institución Educativa “Braulio González” - Yopal Casanare Colombia
RESUMEN
Los simposios de historia de los Llanos colombo-venezolanos que se iniciaron en 1988 a partir de una iniciativa de la profesora de Massachussets Jane Rausch, canalizada por María Eugenia Romero y un grupo de intelectuales de la historia del Meta, han venido aglutinando múltiples reflexiones, investigaciones y replanteamientos alrededor de la historia regional llanera. Desde entonces se han realizado nueve simposios, de los cuales siete se han desarrollado en Colombia y dos en Venezuela, más exactamente en San Fernando de Apure y en San Carlos, Cojedes.
Sobre la historia Regional y local existe un enorme acervo documental, el que ha contribuido al afianzamiento regional a través del concepto de identidad y de valoración del entramado social. Sin embargo, y con el transcurrir de los años, y a través de permanentes debates, encuentra uno que no se ha podido llegar a una definición clara y precisa sobre dichos conceptos, lo que está conllevando a pensar en nuevos planteamientos metodológicos a partir de sus raíces y aportes.
Entendiéndose la historia regional como una matriz de problemas geo-históricos, requiere ser estudiada como una unidad viva, cambiante y dinámica en estrecha relación con estructuras que permitan explicar, valorar y comprender la importancia de la región dentro del todo universal.
Reflexionar a partir de lo escrito, lo sustentado y lo investigado en los ocho simposios, es un buen referente para sopesar los aportes a la construcción de identidad, al fortalecimiento del sentido de pertenencia, a la formación de valores regionales, a contextualizar lo regional dentro del ámbito nacional y universal. Analizar las ponencias a la luz del uso, crítica y comprensión de las fuentes usadas será un aspecto central en estas reflexiones.
Para comprender esas sociedades sin rostro, esas sociedades anónimas, el historiador debe regirse bajo unos cánones que le permitan superar el “culto a los hechos”, superar las alabanzas a los caciques de su tribu y construir bajo nuevas concepciones y nuevos métodos el sentido y el ser de la historia regional.
PALABRAS CLAVES: Región, regionalización, fuentes de archivo, interpretaciones, culto a los hechos, identidad cultural, provincia.
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Así como en Venezuela existe un grande acervo bibliográfico acerca del estudio de la historia regional y local[1], así mismo existe una amplia información del tema para el caso colombiano por razones de reconocidos historiadores[2]. El tema de la violencia bipartidista de 1948 con el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán ha generado una importante corriente de estudios regionales. Además, algunas universidades han venido ampliando el fortalecimiento del tema a través de estudios de maestrías y posgrados; como también se ha venido estudiando el tema en los Congresos de Historia Colombiana[3]. Y sin duda, los ocho simposios de historia de los Llanos colombo-venezolanos transcurridos desde 1988, (inclusive el IX: Dic. 2006) han llenado vacíos, han creado expectativas y quizás han servido de soporte a proyectos de desarrollo regional y local.
La pauta de los estudios regionales viene marcada y motivada por la aparición en la historiografía, la obra del maestro mejicano Luís González cuando saca a la luz pública su obra: Pueblo en Vilo. Micro historia de San José de Gracia en el año de 1968 y editada por el Colegio de México. Su metodología de estudiar “la matria”, el terruño, de aprender a ver los pueblos de cerca, (como dice él) con calma y con amor, dejan de ser unos pueblos cualquiera, entonces se les descubre su simpatía, su singularidad, su originalidad, su individualidad, su misión y su destino.[4]
Después de repensar ese recorrido historiográfico alrededor de la historia regional y local, se entra a pensar que papel ha jugado ésta metodología en la construcción de la nacionalidad, de la sociedad de hoy; a pensar en la integración de estos procesos en los grandes cambios de la humanidad, los cuales hicieron dar un viraje en torno al modo de hacer investigación para que la historia dejara de ser una historia de individuos, de héroes, de santos, para convertirse en historia de colectivos, de procesos, de integración de sociedades, donde se encuentre explicación, dónde se de razón de las raíces, de las formas y de las posibilidades de integración unidad y cooperación latinoamericana frente a un mundo de bloques y mercados mundiales, ante la complejidad de un mundo cada vez más agresivo, dominado por clases políticas convencionales, sin capacidad de controlar por sí solas el desafío de tantas presencias indefinidas.
La historia regional y local tiene que servir de hilo que una, que trame las des-vertebradas historias nacionales; pues todos queremos contribuir a resolver nuestra encrucijada, queremos hacer nuestros inventarios, nuestros equipajes históricos aferrándonos al “verdadero” valor de la historia de mi pueblo, de mi localidad, olvidando muchas veces de tajo las raíces antropológicas, geográficas, culturales, en marcos conceptuales y temporales amplios que permitan ver la región como un componente que construye y hace parte y tiene razón de ser dentro del escenario mundial, lo cual le daría mayor vitalidad a la historia regional del país.
Así como la historia regional construida con una mirada hacia adentro, origina sentimientos provincianos y muchas veces negativos, oponiéndose a los procesos de desarrollo y cohesión con otras sociedades, también la historia nacional con su concepto centralizador también ha contribuido al desarrollo desigual de la nación con sus consabidas consecuencias.
Visto de esta manera, la historia regional debe apuntar al estudio de las especificidades de nuestra sociedad y de hecho conlleva a pensar en problemas de método que nos acercan forzosamente a otras disciplinas como la antropología, la etnología, la economía, la sociología, lo ambiental, pero sobre todo a la geografía.
Para una mayor reflexión y análisis respecto al trabajo de la historia regional se plantean aquí tres ejes de discusión:
El concepto de región y regionalización
Los problemas teóricos implícitos en el análisis regional
Las fuentes históricas para el estudio de la historia regional[5].
El Concepto de región y regionalización
Encontrar un concepto unificado al término “región”, se ha constituido en uno de los mayores problemas para abordar la historia regional como disciplina; en realidad existen tanta regiones y tantos significados del término como historiadores regionales. Mientras que para los geógrafos dicho concepto es personal, pasando a ser la región más que una idea, un método para ayudar a la comprensión del mundo o de un país en particular. Y aun puede resultar más trivial pero a la vez válida la definición y delimitación de una región hecha a través de una computadora cruzando unas variables informativas respecto a un espacio geográfico.
El concepto de “región” no ha podido tener una definición precisa respecto al contenido semántico de la palabra y es en ella donde descansa el concepto de “historia regional”. La palabra región, -como dice el historiador Armando Martínez- fue hurtada de los gabinetes de la planificación administrativa, se trata de una palabra utilizada a discreción de los técnicos anteponiéndole unos valores, unos atributos sacados inclusive de la geografía física para cumplir con propósitos ambientales, políticos, demográficos y de la distribución de población como lo planteó Vidal de la Blanche, también productivos, de flora y de fauna, inclusive militares (por ejemplo en Colombia existe la región del Magdalena Medio que designa una región geoestratégica-mente militar y antiguerrillera)[6]
De otra parte se sigue manejando el concepto de “región” de manera tangencial, vaga e imprecisa, al referirnos como región a un bloque geofísico y político que puede estar conformado por varios países unido por ciertas identidades, sea económicas o políticas; o a un sector de un país que esta identificado por unas razones homogéneas y relativamente similares físicamente, por costumbres entre otros aspectos; con cuyas razones aparece en el escenario la reclamación de la geografía histórica definiendo el concepto de región[7]. Sin embargo, la sociología también reclama su propia definición del concepto como bien lo señala Orlando Fals Borda en su obra: “insurgencia de las Regiones”. El trabajo de este sociólogo sirvió de modelo para que los administradores del país crearan el “Plan de Ordenamiento Territorial”, que proponía una nueva división regional del país[8], cuyo ejercicio originó una amplia gama de discusiones de donde se empezaron a esgrimir argumentos de tipo histórico, cultural, político, económico entre otros para aceptar o no esa nueva regionalización. En conclusión al debate no se llegó a ningún acuerdo al respecto.
Al hacer abstracción al argumento histórico, vemos que no se ha podido encontrar en ningún documento ni de la época indígena, ni colonial el término “región”; encontramos sí el concepto de provincia utilizado por las huestes del gobierno ibérico cuando hacen su irrupción en América; palabra utilizada para designar a los grupos humanos que iban siendo puestos en sujeción con todas sus territorios con el fin de justificar el traspaso de sus bienes, de sus servicios y todas sus formas de vida. Se entendía también como el conglomerado humano diferenciado de sus gobernantes por su lengua, cultura y organización propia. Así mismo, un documento de la época señala: con el propósito de proveer justicia para “el bien y procomun de los dichos nuestros reynos y provincias”.[9] Pero el término provincia que prevaleció durante el período colonial tuvo mayores ambigüedades, dado que las delimitaciones eran caprichosas; señaladas por un río, una quebrada, el filo de una montaña, en general eran límites artificiosos, lo cual conllevó a que derivaran una serie de problemas y más bien sirviera para que se diera inicio a los conflictos por tierras, cuya constante ha venido identificando a los pueblos de América Latina.
El término fue haciendo tránsito, de tal manera que en el período republicano para hacer la misma designación se ocurrieron otros nombres, que representaban una jerarquía y un mandato de control político como fueron los cantones, parroquias, villas y ciudades, inclusive apareció la denominación de Departamento, cuyo concepto fue utilizado en el siglo XIX, el que luego desapareció y volvió a aparecer para ser utilizado en la actual división política de nuestro país.[10]
Estas breves relaciones del concepto “provincia” contribuyen además a mirar con otras connotaciones el tema, como lo afirma Ricardo Levene: “las indias del Imperio español no fueron colonias sino provincias como correspondía a las antiguas tradiciones de conquistas de comunidades aborígenes por huestes de soldados al servicio de un imperio.”[11], con lo que se quiere llamar la atención en la idea de manejar nuevos enfoques al concepto.
De otra parte, el ilustre historiador venezolano Dr. Germán Cardozo Galué ha identificado “la región histórica marabina” sustentada en la multisecular capacidad del puerto de Maracaibo para fraguar (a decir de él) vínculos económicos y socioculturales entre los paisajes humanos. Se trata de una región circunscrita en la larga duración y enmarcada en el concepto ciudad-puerto, el cual es capaz de ampliar la frontera de la región; conceptos que además de advertir la defensa de la autonomía del Estado Zulia frente al absorbente centralismo de Caracas[12], deja entrever la ruptura del concepto de región basado en la concepción del crecimiento a partir de unos polos de desarrollo[13]. En el caso colombiano nuestro historiador insigne Jaime Jaramillo Uribe definió unas regiones por la diferencia del blanco, mestizo, indio y negro que a la vez entran a concebir la composición demográfica; por los grandes rasgos de la estructura socio-económica y la subsistencia de una arquitectura de carácter español[14]
De otra parte el historiador economista Salomón Kalmanovitz hace también su propia propuesta de regionalización dividiendo al país en cinco regiones, justificadas por el desarrollo económico y por la movilidad poblacional[15]
Los problemas teóricos implícitos en el análisis regional
Es primordial que el historiador construya a través de su formación teórica, marcos conceptuales y recursos metodológicos nuevos que le permitan descomponer, analizar y comprender las realidades sociales dentro de contextos estudiados, yuxtaponiendo o extrapolando comportamientos, desarrollos, conductas, buscando comprender los mecanismos que articulan las relaciones sociales dentro de múltiples espacios.
Usualmente los historiadores regionales construyen con mayor compromiso su objeto de estudio dado que están más ligados a su región a su entorno, buscando rescatar, fortalecer criterios de identidad regional; en todo caso manifiestan un sentimiento, una emoción por su terruño lo que se refleja en los resultados de sus investigaciones. Aquí, además de la impronta del sentimiento personal, suele presentarse la falencia de las dificultades y de la imposibilidad de manejar, estudiar, analizar mayor documentación de archivos, porque por lo general los grandes acervos documentales se encuentran en las ciudades importantes, donde muchas veces no se tiene un acceso fácil y permanente.
Para mayor fundamento de la historia regional en el contexto de la historia nacional, en primer lugar, se requiere perder el temor de romper los esquemas tradicionales y marcar la pauta experimentado nuevos modos para abordar lo regional, recurriendo a la vez a análisis de larga duración, análisis de coyunturas y ciclos estacionarios[16]. La historia regional puede poner de manifiesto los vacíos de la historia nacional; en este sentido existen muchas obras llamadas “historia de Colombia” y reflejan solamente la evolución y progreso de la región andina o central del país, conllevando al desarrollo desigual de las regiones como ya se señaló anteriormente. Y es mayor el impacto negativo cuando estas construcciones históricas son las obras guías en los procesos educativos, de ahí que el concepto de nación sea descuadernado, desordenado y desigual.
En segundo lugar, en una historia local deben considerarse para el ejercicio investigativo tres niveles: a) la historia local como parte de la historia regional. b) la historia regional como componente de la historia nacional. c) la historia nacional y su vinculación a las estructuras internacionales dentro de un marco de análisis dinámico y cambiante. Vale la pena evaluar los estudios regionales que han jalonado procesos de desarrollo y de integración nacional y de inter-acción internacional sobre todo con visos de larga duración desde sus raíces hasta su proyección futura. A la vez, examinar o llamar la atención sobre aquellas regiones que siendo importantes siguen sumidas en el atraso por lo menos respecto a la nación.
En tercer lugar, es necesario construir métodos de historia regional que enseñen a leer la historia regional y nacional. Existen muchas monografías, trabajos de historia regional, elaborados por empíricos (yo los llamo historiadores de corazón y de emociones) o trabajos realizados o pagados por politiqueros para justificar ya sea el logro del poder o la perpetuación en el poder; son historias que se dedican (como dijera el Dr. Medófilo Medina) a rendir culto a los ídolos de su tribu.
Concluyo este item señalando la sentencia de March Bloch, cuando escribía hace más de 40 años que “si queremos una explicación de la formación social colonial o nacional requerimos de un conocimiento de la formación social regional. E idealmente si queremos un conocimiento de la formación social regional requerimos un saber de la historia municipal y parroquial”[17]
Las fuentes para el estudio de la Historia regional
Primariamente educarse en una suficiente conceptualización teórica que le permita dimensionar los análisis dentro de contextos adecuados y acordes a las dinámicas del mundo globalizado. En el ejercicio de la historia regional y local son fundamentales los acervos documentales, los repositorios de archivos. En Colombia existen importantes y ricos reservorios documentales para trabajar la región pero se encuentran en las ciudades importantes como Bogotá, Tunja, Popayán Cartagena, Pasto[18]. No puede dejarse de lado las fuentes orales, sin dejar de advertir el cuidado metodológico para manejar e interpretar esta fuente[19]. La historia oral puede tener como objeto la historia individual, o la historia de un pueblo, de una comunidad, usándola con sus requerimientos y atenciones metodológicas necesarias.
Aquí, quiero hacer un llamado a los investigadores sociales para que hagan un mayor uso, crítica e interpretación de fuentes documentales, hacer un mayor uso de los reservorios documentales. El Archivo General de la Nación (AGN) en Santa fe de Bogotá (para citar un solo ejemplo) contiene una inmensa riqueza documental sobre los Llanos aun sin explorar. Haciendo un balance a las ponencias presentadas a los simposios encuentra uno un alto volumen de ponencias están basadas en fuentes secundarias y peor aun cuando no citan todas las fuentes utilizadas. Es necesario realzar el rigor de estos encuentros exigiendo nuevos aportes al campo de la historia; no podemos quedarnos repitiendo lo que ya está dicho. El mecanismo usado en los tres primeros Simposios, en el sentido de tener comentaristas especializados por temáticas, permite una mayor calidad al evento. De igual manera es necesario tener un equipo interdisciplinario compuesto por historiadores o de ramas afines de Venezuela, Arauca, Casanare y Meta; en otras palabras crear la asociación de Historiadores de los Llanos colombo-venezolanos para que dinamice y direccione no sólo el Simposio sino otros eventos de esta naturaleza.
Es importante el acercamiento a otras disciplinas como la arqueología que nos aproxima a la vida material de los pueblos, que han dejado rastros esparcidos de sus viviendas, de sus utensilios etc. La arqueología no sólo puede acercarnos al mundo material sino que nos puede acercar a explorar el mundo de los hábitos y las costumbres.
Otra fuente importante para los estudios regionales se trata de los archivos militares y demás entidades relacionadas con el aparato de seguridad de un Estado. Pueden servir para el estudio del caudillismo, del bandolerismo, de la delincuencia común, de los movimientos subversivos entre otros temas.[20]
Los cronistas y los viajeros, son fuentes de gran valía para acercar el análisis de los estudios regionales. En el caso de los Llanos podemos señalar importantes cronistas[21] Las descripciones de la naturaleza, de los climas, del modo de vida, de sus costumbres, de sus vestimentas, de sus rituales están plasmadas en estas fuentes con gran detalle. Esta fuente también es de advertirle su modo de uso, análisis e interpretación; como los cronistas pertenecían a las misiones religiosas, imperan el consejo y el sentimiento religiosos en sus escritos, elementos que requieren ser depurados al juicio del historiador.
Los archivos parroquiales y notariales constituyen una fuente primordial para el estudio de estructuras familiares y comportamientos sexuales de una localidad, transacciones de tierras, nacimientos, defunciones, matrimonios. Este tipo de fuente contiene una gran riqueza de variables para el ejercicio de la investigación de historia local y regional.
Por último, es de reflexionar de cómo cada historiador decide libremente los temas que le interesan, por su formación, por su visión, o por intereses que van más allá de su propia persona, situación que contribuye a la complejidad de análisis, discusiones, debates y diferencias de definir la historia regional como una ciencia histórica.
Finalmente podemos señalar que una región, no es apenas un problema de entornos físicos, no es sólo un problema de entorno o de paisajes, es una formación económica y social que incluye el espacio y los elementos que conforman núcleos dinámicos de intereses articulados entre sí a intereses supra-regionales. Después de este intento de definición de región, se puede afirmar metodológicamente que: a) la región es una matriz de problemas geo-históricos. b) cada región, es un modelo único e irrepetible. c) la región es una unidad viva, cambiante y dinámica, por tanto no es una unidad fija e inmóvil en el tiempo y en el espacio. d) la región es un recurso de identidad y de afirmación cultural. e) la región es y será la parte de un todo, por tanto no debe manejarse como un hecho aislado sino como un elemento de integración a la nación y lo universal.
A manera de epílogo.
El historiador está sometido entonces al canon de la ciencia formulado por René Descartes en 1637, tales como: a) Evitar la precipitación y la prevención en nuestros juicios, b) Dividir cada una de las dificultades examinadas para resolverlas mejor, 3) Conducir con orden los razonamientos, comenzando con los objetos más simples hasta llegar al conocimiento más compuestos y complejo; c) Enumerar y revisar nuestros razonamientos con juicios lógicos y ordenados; d) desarraigar todas las malas opiniones que anteriormente se han aceptado como buenas.
El “espejismo positivista” consideró que lo acontecido podía reducirse a “hechos” que habían acaecido “real y verdaderamente”, con independencia del trabajo de los historiadores. Pero un aforismo encontrado en los Fragmentos póstumos de Nietzche - “contra el positivismo que se detiene ante el fenómeno sólo hay hechos, yo diría: no, justamente no hay hechos, sólo interpretaciones” -, puso en alerta a los historiadores contra la “idolatría de los hechos”. Hoy aceptamos, como un juicio “claro y distinto”, que no existen los hechos en algún estado puro y simple. Todo hecho es, desde el principio, seleccionado a partir de un contexto universal por actividades mentales. Se trata de “hechos interpretados” que llevan consigo su horizonte interpretativo. Los hechos son siempre interpretaciones. De esta suerte, el devenir de la humanidad no es una sucesión de hechos, sino una sucesión de interpretaciones. La genealogía no es más que la memoria crítica del surgimiento de las diversas interpretaciones de las morales, de nociones metafísicas (libertad, progreso, verdad) y de los saberes socialmente sancionados.
El denominado hecho histórico es una representación de historiadores. Los documentos que les han servido como fuentes a éstos son monumentos clavados, como hitos, por una voluntad de manipular lo que debió recordarse. La historia es un proceso continuo de reinterpretación apoyado en una continua relectura de los documentos y en un re-examen de la producción de éstos, de sus silencios e insistencias, de los caminos por los cuales llegaron hasta nosotros. Por ello, el historiador es un intérprete que selecciona lo significativo y fabrica una periodización para darle inteligibilidad a lo seleccionado como significativo y sus cambios. La representación de la memoria es entonces un constructo mental diseñado por los historiadores para darle sentido a una selección de datos provenientes de fuentes que remiten a lo que alguna vez tuvo presencia en un mundo que ha dejado ya de ser.
Para concluir, estas reflexiones presento unas reglas mínimas y obligatorias de todo historiador:
No tolerar los anacronismos. Entre las comunidades de historiadores no se toleran los anacronismos en las proposiciones históricas, es decir, ese preguntar y responder por “fuera de la época” a la que corresponden los acontecimientos examinados.
No tolerar los atopías. Entre las comunidades de historiadores no se toleran los atopías en las proposiciones históricas, es decir, ese preguntar y responder “sin referencia a un lugar preciso donde corresponden los acontecimientos examinados”.
No ceder ante las condenas morales. Entre las comunidades de historiadores no se cede ante las condenas morales de las acciones realizadas por los hombres que habitaron otros mundos, pues ellas se originan en el supuesto de una humanidad inalterable cuyas acciones pueden ser juzgadas con los consensos morales de hoy. El principio de la condena moral es el de la imprescriptibilidad de las “malas acciones” de los hombres que habitaron otros mundos y compartieron otras culturas, con lo cual podemos traerlos ante “el tribunal de la historia” para juzgarlos con las leyes vigentes de nuestros días. Ceder a esta pretensión moralista es olvidar que la historia es un aprendizaje de la sensibilidad respecto de las diferencias entre las sociedades ya desaparecidas que habitaron mundos culturales ya idos. Por definición, el trabajo del historiador es lo contrario del juicio moral y de la distribución de buenas calificaciones a los muertos (Pierre Nora, 2006).
Esperar con tranquilidad y coraje los debates. Todo historiador tiene que instalar sospecha en toda fuente, debe juzgar y valorar esa clase de fuente. Por ello mismo, todos tenemos que esperar el juicio de nuestros colegas tan pronto esté disponible en el mercado de las narraciones nuestra propia representación alcanzada. Hay que recordar entonces que los historiadores no juzgan personas muertas (ni vivas), sino datos procedentes de las fuentes. Requerimos entonces, tranquilidad para esperar su juicio y coraje para debatir en defensa de nuestra representación. En general, los debates estimulan el accionar de las comunidades científicas y académicas.[22]
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
1. Archivo General de la Nación AGN, ubicado en calle 6 No. 6-91. Bogotá, Cundinamarca, Colombia. Existen Fondos Documentales relacionados con las regiones del país desde 1538.
2. Archivo Regional de Boyacá ARB, Tiene un enorme acervo documental desde 1538. Ubicado en la carrera 7ª. Entre las calles 23 y 24. Tunja Boyacá Colombia.
3. BLOCH, March. La Historia Rural Francesa. Barcelona: 1978,
4. BRAUDEL, Fernand. El Mediterráneo y el Mundo Mediterráneo en la Época de Felipe II.
5. CARDOZO GALUÉ, Germán “el regionalismo zuliano está por construirse” EN: la columna. Maracaibo 9 de septiembre 1996.
6. _____________ “Hacia la conceptualización de la región Histórica” EN: La Región Histórica, Serie estudios regionales II, Edit. Tropikos, Caracas, 1994, pags. 9 a 18.
7. _____________ El circuito Agroexportador Marabino a mediados del siglo XIX, Anuario de la historia regional y de las fronteras Vol. I, (1995) pág. 8 y 9.
8. CASTAÑEDA, “Carmen. Teorías, fuentes y métodos en la investigación de la historia Regional. El caso dela región de Guadalajara”, EN: La Región Histórica, Serie estudios regionales II, Edit. Tropikos, Caracas, 1994, pags. 19 a 37.
9. CUNILL GRAU, Pedro. “La geografía histórica en la conceptualización regional venezolana”, EN: La Región Histórica, Serie estudios regionales II, Edit. Tropikos, Caracas, 1994, pags.38 a 53.
10. ESCUDERO, José Antonio. “un proyecto de Estado en el siglo XVI y la cuestión indiana” EN: Administración y estado en la España moderna. Valladolid, 1999, pág. 591 – 596.
11. FALS BORDA, Orlando. La Insurgencia de las provincias: hacia un nuevo ordenamiento Territorial para Colombia, Bogotá: 1988.
12. Fray Daniel Delgado Excursiones por Casanare
13. GONZALEZ G. Luís. Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia. 1ª. Edic. México: ediciones El Colegio de México, 1968, 325 págs.
14. GUMILLA, Joseph. El Orinoco Ilustrado de 1781
15. HUERTAS Pedro Gustavo. Los Estudios de Historia Regional en Boyacá. Lecturas del Posgrado en Historia No. 4 Tunja: 1988.
16. JARAMILLO URIBE, Jaime. Ideas para una caracterización socio-cultural de las regiones colombianas, EN: Ensayos de Historia social. Bogotá: Tercer Mundo 1989, T. II,
17. JOUTARD Philipe. Esas voces que nos llegan del pasado. México. 1986.
18. KALMANOVITZ, Salomón. Economía y Nación. Una breve historia de Colombia. 3ª. Edic. Bogotá: Siglo XXI Editores, 1988, págs. 134 -169.
19. LEVENE, Ricardo. Las Indias no eran colonias. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1951.
20. LOVERA, Elina. “Consideraciones sobre fuentes, método y técnicas en un estudio de Coro Venezuela”, EN: La Región Histórica, Serie estudios regionales II, Edit. Tropikos, Caracas, 1994, pags. 54 a 67.
21. MARTINEZ GARNICA Armando. “Puede seguir existiendo la Historia Regional?” EN: Memorias. Revista de la Escuela de Historia UIS, Vol. 1, (Diciembre) Bucaramanga, 2003, pags. 7 a 27.
22. _____________ Cánones para un historiador profesional. Texto inédito octubre de 2006.
23. MEDINA RUBIO, Arístides. “Coloquios y Congreso de Historia Regional y local en Venezuela” (1981-1994) EN: la revista Tierra Firme Año 13 Vol. XIII, Caracas, (enero–marzo 1995). hace referencia a dos congresos y a la instalación del III. A la fecha (octubre de 2006) se han realizado ocho encuentros, con la proximidad de celebrar el IX en el próximo mes de noviembre.
24. _____________ Teoría, Fuentes y métodos en la historia Regional. EN: Revista Historia Regional. Siete ensayos sobre teoría y método, Fondo Edit. Tropikos Venezuela, 1986, pags. 25 a 52.
25. Memorias. XIII Congresos de Historia de Colombia. Mesa sobre la historia regional y local, Bucaramanga, 23 al 26 de Septiembre 2006.
26. MINISTERIO DE DEFENSA (Bogotá) ha abierto sus archivos para los investigadores sociales.
27. MORENO DE ARELLANO, Doris “Las regiones litorales venezolanas”, EN: La Región Histórica, Serie estudios regionales II, Edit. Tropikos, Caracas, 1994, pags. 67 a 79.
28. PEREZ ANGEL, Héctor Publio. La Participación de Casanare en la Guerra de Independencia 1809 – 1819 2da. Edic., Bogotá: Edit. Panamericana 2005, 300 págs.
29. PERROUX, Francois. La Economía del Siglo XX, Barcelona: 1964.
30. RIVERO Juan. Misiones de los Ríos Orinco y Meta
31. RODRÍGUEZ Adolfo Rodríguez. El estado Gúarico. Orígenes, mundo y gente, San Juan de los Morros Venezuela, 1994, 156 pags.
32. SÁNCHEZ, Gonzalo. Balance historiográfico sobre los estudios de la Violencia en Colombia. EN: (Primer capítulo) Bandoleros Gamonales y campesinos, 2da. Edic., Bogotá, Ancora Editores, 1984.
33. ____________ Once Ensayos sobre la violencia Bogotá: Edit. CEREC- Centro Gaitán, 1985.
34. SAUER, Carl O. “Introducción a la geografía histórica” una versión en español está publicada por la Revista “Geografía” de la Universidad Nacional (1980) Vol II, No. 1 págs 35 a 56
35. TOVAR PINZON Hermes. La historia Regional como problema y como programa de la historia Nacional” EN: Revista Caribabare Año 4 No. 4, Yopal, (febrero), 1992 p. 11 a 46.
Yopal Noviembre de 2006
HECTOR PUBLIO PEREZ ANGEL
Maestría en Historia e Investigación
Docente: Fundación Universitaria UNITROPICO Yopal Casanare
Docente: Institución Educativa Braulio González Yopal Casanare Colombia
Publiop@hotmail.com
AUTOR DE:
- La Participación de Casanare en la Guerra de Independencia, 2da. Edición, 1809-1819, Bogotá, Edit. Panamericana, 2005, 300 págs.
- La Hacienda Caribabare. Estructura y Relaciones de Mercado 1767-1810. 2da. Edición. (1997) 276 págs.
- Por la Huella del Cabrestero. Palabras que tienen historia. (2000)
- Caminos Reales de Casanare, (2003), 270 págs.
- Casanare: un pueblo Achagua hecho Nación Yopal, mayo 15 ( 2006)
- Director de publicaciones de Diez ediciones de la Revista Caribabare
CO-AUTOR DE:
-Colombia Orinoco, 1998 (Fondo FEN)
- Casanare Características Geográficas" publicación del IGAC, 1999
- Libro Llanos. Editado por la Fundación Llanos de Colombia, 1995.
- Casanare alma de cambio, alma de pueblo, Edic. de lujo. Departamento de Casanare, mayo de 2002 y 2004.
PARTICIPACIÓN EN EVENTOS ACADÉMICOS.
· Ponente en las nueve versiones del Simposio Internacional de Historia sobre los Llanos Colombo-venezolanos. Villavicencio 1988, Arauca, Julio 1992. San Martín, Noviembre de 1995. Tame, 1997, San Fernando de Apure (Octubre 6 al 10 de 1999.), San Carlos de Austria Estado Cojedes Venezuela Sept. 25 al 29 de 2001..
· Congreso Nacional de Historia, Bucaramanga, Noviembre de 1992.
· Seminario Internacional de Historiografía Colombiana, Santafé de Bogotá, Agosto 2-5 de 1993. Conferencista en la VII Feria Internal. del Libro, Salón Eduardo Carranza, Bogotá, Abril, 23 de 1994. Sexto Congreso Nacional de Academias de Historia. Tunja, Octubre 10 al 12 de 1994. Noveno Congreso Nacional de Historia de Colombia, Tunja, Mayo de 1995. Ponente en el Décimo Congreso Nal. de Historia de Colombia, Medellín, Agosto 26 al 29 de 1997.
· Ponente XII Congreso Nacional de Historia. Popayán 4 al 8 de agosto de 2003
· Ponencia XIV Congreso AHILA Europa y América: Paralelismos en la distancia, Castellón, 20 a 24 de septiembre de 2005, Universitat Jaume I España.
· Ponente Congreso ADHILAC “a dos años del inicio de las luchas por la Independencia” Nov. 26 al 28 2003, Buenos Aires, Argentina.
· Ponente XIII Congreso de Historia de Col. Bucaramanga Sept. 23 al 26 de 2006.
· Conferencista invitado: “Universidad Rómulo Gallegos” San Juan de los Morros (Venezuela) 21 y 22 de noviembre de 2006.
· Ponente IX Congreso de Historia regional y local. Nov. 23-26 de 2006 Maracay Venezuela.
· Ponente IX Simposio de Historia de Los Llanos colombo-venezolanos Villavicencio Dic- 7 al 10 de 2006.
* Ponencia Presentada en El Congreso de Historia Regional en Maracay (Venez) Nov. 23 al 25 de 2006 y en IX Simposio de Historia sobre los Llanos Colombo-venezolanos en Villavicencio (Col.) Dic. 7 al 10 de 2007.
[1] El mayor referente bibliográfico se puede ver en los coloquios y congresos de historia regional y local que se han venido desarrollando en Venezuela: Véase el balance que hace el clásico historiador de este tipo de estudios el Dr. Arístides Medina Rubio en la revista Tierra Firme Año 13 Vol. XIII, Caracas, (enero–marzo 1995). Este balance cubre desde el año 1981 hasta 1994) y hace referencia a dos congresos y la instalación del III y a al fecha (octubre de 2006) se han realizado ocho encuentros, con la proximidad de celebrar el IX en el próximo mes de noviembre. Razones que permiten pensar en un largo y juicioso recorrido. Valga destacar también al historiador Germán Cardozo Galué y su región marambina. También: Carmen Castañeda, Pedro Cunill Grau, Elina Lovera, Doris Moreno de Arellano, Amado Moreno Pérez, Ramón A. Tovar. Así mismo el historiador Adolfo Rodríguez de San Juan de los Morros con quien he compartido eventos, véase la obra: El Estado Guarico. Orígenes Mundo y Gente 1994.
[2] TOVAR PINZON Hermes. La historia Regional como problema y como programa de la historia Nacional” EN: Revista Caribabare Año 4 No. 4, Yopal, (febrero 1992) También, MARTINEZ GARNICA Armando. “Puede seguir existiendo la Historia Regional?” EN: Memorias. Revista de la Universidad Industrial de Santander de Bucaramanga, Vol. I (diciembre de 2003) pág. 16. Al tema también se han referido el Dr. Jaime Jaramillo Uribe, Orlando Fals Borda. Alfredo Molano.
[3] SANCHEZ, Gonzalo. Balance historiográfico sobre los estudios de la Violencia en Colombia. EN: (Primer capítulo) Bandoleros Gamonales y campesinos, 2da. Edic., Bogotá, Ancora Editores, 1984. DE Gonzalo Sánchez, también Once Ensayos sobre la violencia Bogotá: Edit. CEREC- Centro Gaitán, 1985. Hago referencia al caso específico de la Universidad Pedagógica y tecnológica de Colombia de Tunja Boyacá, cuya modalidad son los estudios regionales y locales; un balance lo hace HUERTAS Pedro Gustavo. Los Estudios de Historia Regional en Boyacá. Lecturas del Posgrado en Historia No. 4 Tunja: 1988. De igual manera dentro del marco de los XIII Congresos de Historia de Colombia que se han celebrado, se ha trabajado una mesa sobre la historia regional y local.
[4] GONZALEZ G. Luís. Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia. 1ª. Edic. México: ediciones El Colegio de México, 1968, 325 págs.
[5] TOVAR PINZON, Hermes. Op. Cit. Pag. 17
[6] MARTINEZ GARNICA, Armando. “Puede seguir existiendo la Historia Regional?” EN: Memorias. Revista de la Universidad Industrial de Santander de Bucaramanga, Vol. I (diciembre de 2003) pág. 16
[7] Véase el estudio de SABER, Carl O. “Introducción a la geografía histórica” una versión en español está publicada por la Revista “Geografía” de la Universidad Nacional (1980) Vol II, No. 1 págs 35 a 56
[8] FALS BORDA, Orlando. La Insurgencia de las provincias: hacia un nuevo ordenamiento Territorial para Colombia, Bogotá: 1988.
[9] ESCUDERO, José Antonio. “un proyecto de Estado en el siglo XVI y la cuestión indiana” EN: Administración y estado en la España moderna. Valladolid, 1999, pág. 591 – 596.
[10] PEREZ ANGEL, Héctor Publio. La Participación de Casanare en la Guerra de Independencia 1809 – 1819 2da. Edic., Bogotá: Edit. Panamericana 2005 pág. 29 a 36
[11] LEVENE, Ricardo. Las Indias no eran colonias. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1951
[12] CARDOZO GALUÉ, Germán. El circuito Agroexportador Marabino a mediados del siglo XIX, Anuario de la historia regional y de las fronteras Vol. I, (1995) pág. 8 y 9.
[13] Véase la explicación de esta tesis en PERROUX, Francois. La Economía del Siglo XX, Barcelona: Edit.----- 1964, pág. 155.
[14] JARAMILLO URIBE, Jaime. Ideas para una caracterización socio-cultural de las regiones colombianas, EN: Ensayos de Historia social. Bogotá: Tercer Mundo 1989, T. II, pág. 65.
[15] KALMANOVITZ, Salomón. Economía y Nación. Una breve historia de Colombia. 3ª. Edic. Bogo
tá: Siglo XXI Editores, 1988, págs. 139 -140
[16] Siguen siendo modelos para el desarrollo de la Investigación histórica la teoría de Fernand Braudel, Pierre Vilar y March Bloch
[17] BLOCH, March. La Historia Rural Francesa. Barcelona: 1978, pág, 49
[18] En Bogotá: Se encuentra como fuente principal el Archivo General de la Nación AGN ubicado en calle 6 No. 6-91. Allí existen en una muy buena clasificación archivos desde 1538. Existen allí Fondos Documentales relacionados con las regiones del país. Así mismo existe en la Ciudad de Tunja, el Archivo Regional de Boyacá ARB que también tiene un enorme acervo documental desde 1538. Ubicado en la carrera 7ª. Entre las calles 23 y 24.
[19] JOUTARD Philipe. Esas voces que nos llegan del pasado. México. 1986
[20] El Ministerio de Defensa (Bogotá) ha abierto sus archivos para los investigadores sociales.
[21] GUMILLA, Joseph. El Orinoco Ilustrado de 1781 RIVERO Juan. Misiones de los Ríos Orinoco y Meta. Véase: Fray Daniel Delgado. Excursiones por Casanare, Bogotá, Imprenta de la Luz 1909
[22] Los cánones propuestos para el historiador, son partes de las reflexiones y discusiones presentadas en el XIII Congreso de Historia de Colombia (Sept. 23 27 de septiembre) 2006. De igual manera, son aportes del Dr. Armando Martínez Garnica, coordinador del Congreso en mención.