Por Suzuky M. Gómez Castillo
La historia, más allá de la simple acumulación de fechas y nombres, se erige como una ciencia social indispensable para la comprensión de nuestra existencia colectiva e individual. Su relevancia trasciende el ámbito académico para convertirse en un pilar fundamental de la conciencia social. Con ello intentamos señalar, que la memoria colectiva es una herramienta esencial para la sociedad, la cual busca rescatar el pasado para que hombres y mujeres puedan comprenderlo y explicarse sus diversas dimensiones y expresiones. A través de este proceso, se desvela una conexión ininterrumpida entre lo que fue y lo que es. Al entender el pasado en toda su profundidad, obtenemos las nociones y lecciones necesarias para enfrentar tanto el presente como el futuro. No se trata de vivir atrapados en lo que ya ocurrió, sino de utilizar esa comprensión para poner rumbo, confrontar los desafíos actuales y anticipar los que están por venir.
En
este sentido, la trascendencia de la historia radica en su capacidad de dotar a
la sociedad de una memoria que funciona como un cuerpo, siendo la historia
misma su recuerdo. Esto implica que el saber histórico no es solo un
conocimiento individual, sino un factor social que influye y da forma a las
ideas de una época o de distintos grupos de personas. Al analizar el pasado,
los historiadores, quienes surgieron para responder al "cómo y el
porqué" de los eventos, permiten desentrañar las complejidades de las
sociedades. Por ejemplo, al estudiar las revoluciones sociales, no solo
registramos el "cuándo" y el "dónde", sino que
profundizamos en los factores económicos, políticos y culturales que las
gestaron, una labor que va más allá de la mera narración de los primeros
cronistas y filósofos.
En
la actualidad, la práctica historiográfica es notablemente interdisciplinaria y
ecléctica, integrando herramientas de diversas escuelas de pensamiento y
abarcando una gama más amplia de materiales de investigación, desde fotografías
hasta redes sociales. Esta evolución permite una comprensión más holística de
los procesos históricos, superando la visión fragmentada de hechos aislados.
Como argumenta Marc Bloch (1993), la historia "…es la ciencia de los
hombres en el tiempo…" (p. 23), enfatizando que el pasado no es un mero
telón de fondo inerte, sino un elemento vivo que moldea el presente y ofrece
claves para interpretar las dinámicas sociales. Igualmente, E. H. Carr (1961)
sostiene que la historia es un "…diálogo ininterrumpido entre el presente
y el pasado…" (p. 35), destacando que nuestra comprensión del pasado está
en constante revisión a la luz de las preguntas y preocupaciones del presente.
En suma, la historia nos empodera al proporcionarnos las herramientas críticas
para no solo interpretar el pasado, sino también para participar
conscientemente en la construcción de nuestro futuro, evitando la repetición de
errores y valorando los logros de las generaciones precedentes.
Bibliografía
Bloch, M. (1993). Apología para
la historia o el oficio de historiador. Fondo de Cultura Económica.
Carr, E. H. (1961). ¿Qué es la
historia? Ariel.

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